Perón y von der Goltz: La Nación en Armas



Wilhelm Leopold Colmar von der Goltz nació el 12 de agosto de 1843 en Prusia Oriental, estudió en la Academia Militar de Berlín y combatió en la guerra austro-prusiana de 1866. Sirvió en la guerra franco-prusiana y fue profesor de la Academia Militar. En 1883 entró al servicio del Imperio otomano, en el que fue doce años asesor militar. Desde ese momento, tuvo siempre contactos con el imperio turco. Reorganizó su ejército entre los años 1908 y 1910. En 1910, fue enviado como representante del Imperio alemán a los festejos del “Centenario Argentino”. En 1912, cuando estalló la primera guerra balcánica en la que estuvo tentado de participar del lado otomano, era inspector militar de las provincias orientales del imperio. En diciembre de 1914, se lo envió al Imperio otomano, pero nunca recibió un puesto a la altura de su experiencia y de su alta graduación en el Ejército alemán. Dirigió la defensa de los Dardanelos y la campaña de Turquía. Murió de tifus en Bagdad, en abril 1916, cuando mandaba las tropas otomanas del frente mesopotámico.

Wilhelm Leopold Colmar von der Goltz y una edicion española de su obra la Nacion en Armas.

De este renombrado militar alemán vamos a destacar un concepto trascendental para Argentina y para el proyecto político y económico llevado a cabo por Juan Domingo Perón. Este es el concepto de la “Nación en armas”.
En su libro “La Nación en Armas” (1883)von der Goltz plantea que una nación debe movilizar todos sus recursos, tanto humanos, económicos e ideológicos, para poder imponerse en el nuevo tipo de enfrentamiento bélico de los tiempos modernos. Si un país quiere evitar que otro Estado lo ataque y lo derrote, debe estar siempre preparado para la guerra. Se debe hacer foco en un modelo económico de desarrollo industrial, sobre todo la industria pesada y de carácter militar. Esta doctrina, está marcada por un fuerte nacionalismo, supone la construcción y mantenimiento de un ejército profesional y bien abastecido, y que el Estado promulgue leyes sociales que beneficien a las mayorías. Esto es importante ya que un obrero explotado no será nunca un buen soldado ni defenderá su patria si no la considera propia. El Estado debe garantizar la educación y salud de los trabajadores, para poder contar luego con soldados sanos y alfabetizados aptos para el combate. Von der Goltz, oponiéndose al liberalismo político y económico dominantes en su país, propone un Estado soberano en términos económico y políticos para financiar la guerra y garantizar la prosperidad de sus pueblo.

En la 
Argentina, estas ideas influyeron en el pensamiento del GOU, el grupo de oficiales nacionalistas que también integraba Juan Domingo Perón. En este contexto el mundo estaba viviendo la fase final de la segunda guerra mundial, y el inicio de una era marcada por la división bipolar del planeta entre los bloques liderados por los EE.UU y la Unión Soviética. En esta coyuntura se hacía muy importante el fortalecimiento de la nación, integrando al pueblo en su conjunto para la defensa Nacional. Durante los gobiernos de Perón tuvo un fuerte apoyo del pueblo trabajador y de los sindicatos, llevo a cabo un modelo industrialista que mejoro la calidad de vida de los trabajadores y enarboló las banderas de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social.


Juan Domingo Perón

En aquel discurso con que inauguró la cátedra de Defensa Nacional en la Universidad de la Plata el 10 de junio de 1944, Perón evidencia su influencia: “Un país en lucha puede representarse por un arco con su correspondiente flecha, tendido al límite máximo que permite la resistencia de su cuerda y, la elasticidad de su madera y apuntando a un solo objetivo: Ganar la guerra. Sus fuerzas armadas están representadas por la piedra o el metal que constituye la punta de la flecha, pero el resto de ésta, la cuerda y el arco son la nación toda, hasta la última expresión de su energía y poderío”. 

Los gobernantes liberales argentinos se caracterizaron siempre por querer imitar todo lo europeo, y así como hicieron la marina de guerra según el modelo inglés, el ejército se modernizó en base a la majestuosa escuela prusiana. Prusia había destruido a Francia en la guerra del ‘70 con los cañones de Krupp, los fusiles de Mauser y las comunicaciones de Loew, Berlín. 
Por eso los militares argentinos mandaron a nuestros soldados a formarse con ellos, y trajeron algunos de sus representantes para que completaran la instrucción.
Surgió así, de otro intento de imitación europeo, en las narices de los liberales, el nacionalismo industrialista en los militares argentinos; la industria pesada y los esfuerzos enteros de una nación, como motor para ganar la guerra, con un apoyo fundamental de lo popular. Era necesario crear condiciones para que el pueblo colabore y no se vuelva insurrecto luchando por sus condiciones de vida y de trabajo.
Se debía a su vez sostener el bienestar de la población, y para ello era menester que los trabajadores estuvieran representados no solo gremial sino también políticamente. Para lograr estos objetivos, había que transformar para siempre el sistema político restringido a unos pocos sectores sociales que concentraban las decisiones, construyendo un partido de masas que expresara los lineamientos del desarrollo nacional popular. 

Está concepción se diferenciaría tanto del positivismo mecanicista, cómo de otras experiencias que parecieran sostener algo similar, sobre todo la del fascismo y nazismo, las cuales en definitiva tenían una vocación imperialista similar a la de las potencias centrales. 
Perón quería desarrollar el país para la paz, con una fuerza militar equilibrada para contener cualquier eventual invasión. En cambio, el positivismo mecanicista militarista -incluidos los fascistas y nazis- solo le interesaba incrementar el poderío industrial para incrementar la tasa de producción bélica, que junto con sus poblaciones destinadas solo a producir para las guerras de expansión de sus dominios o a pelear como soldados en ellas, nunca alcanzarían el bienestar deseado por el Movimiento Justicialista. 

Siguiendo la misma lógica, Perón pensaba sobre la integración regional lo siguiente: 

"¿Cómo no podemos llegar también nosotros a un acuerdo para integrar países, en donde todo nos une y nada nos separa? Aquí es cuestión de hacerlo; allá, era cuestión de meditarlo muy profundamente”…“Es un hecho indiscutible el que en las distintas regiones del mundo las naciones se aglutinen y se unan no para hacer la guerra en el sentido clásico, sino para defenderse y defender sus pueblos de los peligros inminentes de una superindustrialización” (...). “la cuenca del Plata es, quizás, la zona más importante de América Latina dentro de esa integración. En ella se concentra la cuarta parte de la población del continente con un sector extraordinario para las necesidades del futuro, tanto en reservas para la superpoblación, como en medios para la superindustrialización que se va ir produciendo (…) las inmensas riquezas naturales de esta región deben y pueden explotarse para el beneficio de los pueblos que la habitan. Si lo hacemos en forma racional, ello nos permitirá convertirnos en naciones ricas para al futuro”.

Es interesante tener en cuenta esta idea de aglutinar a los países de la región en miras de una defensa estratégica de los intereses propios. Proceso en el cual la doctrina justicialista cumpliría el rol de "una teoría ideológica y política para nuestro país, exclusivamente para nuestro país, sin pretensiones ni de hegemonías, ni de preeminencias de ninguna naturaleza… En lo socio cultural queremos una comunidad que tome lo mejor del mundo del espíritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos, y que agregue a ello todo lo que nos es propio, autóctono, para desarrollar un profundo nacionalismo cultural, como antes expresé. Tal será la única forma de preservar nuestra identidad y nuestra Argentina”.

Fuente:

Perón, Juan Domingo, Discurso de la inauguración de la Cátedra de Defensa Nacional de la Universidad de la Plata.

Von der Goltz, Wilhelm, La Nación en Armas.

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