Manuel Ugarte es estudiado principalmente por su
interpretación y su prédica en torno al latinoamericanismo (término que se va a
ir consolidando más tarde y el autor se refiere muchas veces a Hispanoamérica o
Iberoamérica), por su intención de unificar nacionalismo y socialismo, por su
dirección hacia la descolonización pedagógica y por su condición de olvidado o
designado “maldito” por el pensamiento académico. Es también reconocido por
haber sido uno de los fundadores del Partido Socialista y el único argentino en
los congresos de la Segunda Internacional Obrera[1] y
por ser luego, al final de su vida, embajador argentino en tres repúblicas
latinoamericanas durante el primer gobierno de Perón[2].
El estudio de la obra escrita y el pensamiento de Manuel Ugarte es producto del
trabajo de las corrientes de izquierda que adhieren al proyecto peronista, y
buscan desde una perspectiva socialista el análisis de la cuestión nacional
para poner al poder constituido en representación del pueblo en función de sus
necesidades sociales.
En este trabajo lo que intentaré abordar, como lo refiere
el título, son las acciones o métodos que propone o que debemos realizar para
conducirnos hacia la integración latinoamericana. Pretendo intentar visibilizar
detalladamente cada una de ellas, para luego
considerarlas como un conjunto de cuestiones que refieren a una cuestión
general, que llamamos integración latinoamericana, reconociendo las distintas
partes que integran este principio. Asi, utilizando un metodo inductivo, es
decir desde las partes hacia el todo, intentaremos reconstruir el principio
general de la unidad latinoamericana como un todo donde están, luego de haber
sido estudiadas, integradas cada una de sus partes.
Las fuentes principales tomadas para esta investigación
son “El porvenir de América Latina”[3] y
“La reconstrucción de Hispanoamérica”[4].
Esta pequeña investigación, que profundizaré aún más en otro momento, se limita
solo a la observación de las obras mencionadas. “La Patria Grande”[5] y
“El destino de un continente”[6] no
constituyen fuentes que aporten a lo que
estoy investigando ya que en ellas no se encuentran acciones específicas. El
presente trabajo podría perfeccionarse más adelante a través del análisis de
otras obras y artículos periodísticos, ya que publicó en diarios prácticamente
durante toda su vida. Por otro lado, existen otras investigaciones sobre el
autor que no están aquí abordadas y podrían contribuir al perfeccionamiento del
tema. Hechas estas aclaraciones como manera de reconocer los límites de esta
investigación, puedo afirmar que el aporte de este trabajo consiste en producir
conocimiento en cuanto a las acciones que Ugarte considera necesarias para
consolidar la Patria Grande y que pueden ser útiles para el presente.
Las acciones que propone en “El
porvenir de América Latina” (1910)
El libro contiene tres capítulos, con subcapítulos dentro
de cada uno, y consta de 151 páginas en la edición hecha por la UNLa[7].
El primer capítulo trata la descripción del origen en común, de las
características, necesidades e intereses comunes que justifican una política
común de las repúblicas de Latinoamérica. El segundo trata sobre el
imperialismo, como medio de dominación de las naciones más poderosas del globo,
y la situación problemática del imperialismo yanqui interviniendo en los
asuntos de la América entera que debe resolverse con una defensa latina en
bloque. El tercero trata de la organización interior de la Nación
Latinoamericana, analizando de manera diferenciada cada uno de los temas que
considera necesarios abordar. En los últimos dos capítulos es donde encontramos
referencias a los métodos o acciones propuestos a llevar a cabo, lo cual es el
tema que estoy trabajando y es donde vamos a concentrar el foco de atención.
En el segundo capítulo, abordando instrumentos de defensa
contra el imperialismo yanqui, señala que “la primer condición del triunfo
consistiría en estar al cabo de lo que ocurre en las diferentes regiones de
América”[8] .
Considera el perfeccionamiento de la comunicación propia como el primer paso,
haciendo más fluidas las relaciones, y propone para ello la construcción de una
red ferroviaria continental, el perfeccionamiento de las líneas telegráficas, y
la difusión de una conciencia latinoamericana por parte de los ilustrados. Este
“primer escalón” podría traducirse en “congresos, enviados diplomáticos
especiales, tratados de comercio, acuerdos para establecer líneas de
comunicación, cuerpo consular numeroso (…) creación de tribunales de arbitraje
y cien iniciativas análogas”. Agrega a esto, como parte de un segundo paso en
el fortalecimiento de las comunicaciones, la fundación de diarios especiales
enfocados en una perspectiva latinoamericana, el intercambio de los diarios de
cada región, la multiplicación de conferencias, el intercambio entre las
comisiones de gobierno, la promoción de viajes estudiantiles, y la unificación
de las leyes migratorias. Por último, recalca que considera fundamental para el
perfeccionamiento de la comunicación la tarea de los artistas, que será luego
retomada.
De manera resumida, podemos decir que Ugarte considera
fundamental desarrollar y perfeccionar la comunicación como medio de defensa
contra el imperialismo, y propone informar a la comunidad sobre lo que sucede
en todos las regiones del territorio a través de diarios especiales y el
intercambio de los de cada región, la consolidación de una red ferroviaria,
reforzar las relaciones entre las autoridades,
promover actividades culturales y viajes estudiantiles, y unificar las
leyes migratorias.
Continuando en lo observado en este segundo capítulo,
también elabora una serie de propuestas estrictamente políticas desde la óptica
de la necesaria defensa en bloque ante los imperialismos. En primer lugar
propone como política exterior de cada republica la creación de una Gran Asamblea
Latinoamericana, con delegados de cada república, que proponga leyes generales
discutidas también en los parlamentos de cada una, y funcione como comisión de
relaciones exteriores, tenga sede en cada una de las capitales, y que contenga
en ella un equilibrio de poder que iguale a las más débiles con las más
desarrolladas en el continente. A esta propuesta le adhiere una multiplicación
de las conferencias y congresos, y propone que se desarrolle un congreso anual
donde se traten los asuntos de mayor relevancia, y se mantenga paralelamente la
periodicidad de reuniones para unificar intereses, la combinación de medidas, e
intervenga en la previsión de los conflictos locales creando un tribunal de
arbitraje o un protocolo para aquellas situaciones. Remarca que deben ser unos
de sus principios la difusión de una conciencia latinoamericana y su
correspondiente perspectiva centrada en la región, y sostiene que debe
ejercerse la solidaridad, utilizándola como herramienta anticolonial y
antiimperialista.
En segundo lugar, en cuanto a la política interior dentro
de cada república, propone un acuerdo entre partidos para evitar que se
correspondan sus acciones con los intereses del imperialismo, así como para
consolidar una visión continental que supere las barreras partidarias y dejar
en evidencia a aquellos partidos que por responder a los intereses extranjeros
no adhieran a este acuerdo interno. Ugarte describe ambas propuestas en una
frase: “lo que más urge es establecer un leal acuerdo entre los partidos dentro
de la nación y entre las naciones dentro de la américa amenazada, para no
seguir favoreciendo el ímpetu de los yanquis.
En síntesis, podemos decir que Ugarte propone como medio
de defensa ante el imperialismo la creación de una Gran Asamblea
Latinoamericana y un acuerdo entre los partidos de cada nación.
Luego, en el tercer y último capítulo del libro se dedica
a tratar la organización interior del conjunto latinoamericano, desarrollando
un estudio de las problemáticas y un conjunto de las direcciones a seguir. En
principio se refiere nuevamente a la necesidad de tener conocimiento de
nosotros mismos con una vista amplia que abarque el conjunto de los territorios
latinoamericanos. Lo observa como una necesidad para el desarrollo democrático,
el que lo los ciudadanos de cada nación estén informados sobre lo que está
sucediendo en los otros países del continente.
En uno de sus subcapítulos aborda la educación, y propone
“reorganizar la enseñanza de acuerdo con nuestras necesidades y destinos” donde
“una de las primeras condiciones del éxito será difundir una enseñanza armónica
de un extremo a otro de sus límites”[9].
Sostiene que debe ser gratuita y
monopolizada por los estados. Observa que el principal problema está en que
“nuestra juventud crece al azar, sin más direcciones filosóficas que las que le
presta el individualismo áspero de las costumbres”[10].
Sostiene que la juventud crece educándose solamente en los intereses
personales, produciendo una preocupación constante del yo, donde el objetivo
máximo es obtener un trabajo con un alto salario. Por lo tanto, sostiene que la
educación debe aportar direcciones filosóficas superiores al individualismo,
ofreciendo una ideología común que construya el ideal de serle útil a ese
conjunto, conteniendo a través de la descripción de cuestiones básicas y
generales un simbolismo que refiera a la pertenencia a Latinoamérica. También
expresa que debe abarcar la alimentación y la higiene (que debe ser física,
mental, y espiritual) y observa a la familia como parte del proceso educativo,
la cual debe colaborar en la creación de la idea de pertenencia al conjunto
latinoamericano y de ser útil y contribuir a ese conjunto social al que se
pertenece.
De manera resumida, podemos observar que Ugarte propone
una educación planificada en conjunto entre las repúblicas del continente, para
que sea armónica en cada una de las regiones, que debe ser pública y gratuita
en su totalidad, y que debe transmitir una identificación con Latinoamérica
como conjunto social al cual se pertenece y al cual el individuo debe
contribuir en su desarrollo.
Describe también una serie de reformas electorales, donde
concibe la necesidad de brindar educación política a los ciudadanos, en el
marco del contexto de la democratización que se lleva a cabo a través de la Ley
Sáenz Peña[11]
que se promulgara dos años después de la publicación de este libro. Observa que
es necesario modificar la percepción individualista y personalista del esfuerzo
común, logrando que las preocupaciones surjan de la comunidad misma y esta logre
la capacidad de conducir a los gobiernos a través de sus demandas. Lo expresa
de esta manera: “para gobernarse hay que gobernar a los gobiernos y que para
que la preocupación de los asuntos generales se refleje en las alturas, es
necesario que nazca de la colectividad”[12].
Sostiene además que deben establecerse duras penas para los que falsean el
sufragio o usufructúan la voluntad del pueblo, así como para los que llevan a
la práctica el voto comprado. Lo explica así: “Los que se hacen culpables de
ese crimen, ya sea desde el llano, ya sea desde las cumbres, merecen ser
puestos, con apoyo de una legislación severa, al margen de la sociedad y de la
vida pública, afirmando así el derecho y la inviolabilidad de una soberanía”[13].
En cuanto a la cuestión del voto sostiene que debe establecerse el voto
secreto, obligatorio, por lista, y proporcional, que deben asignarse más
fiscales, y que debe fraccionarse por barrios.
En suma podemos observar que Ugarte, además de adherir a
las principales reformas electorales que se producirán en 1912, propone educar
a la comunidad sobre la actividad política para que sea quien dirija las
acciones del Estado, y que se establezca una legislación que castigue el fraude
electoral.
En cuanto a la reforma del régimen político, dice: “Y la
situación es tal, que solo puede ser remediada mediante un escalonamiento de
reformas en la Constitución y en las costumbres. Si limitamos las atribuciones
de los presidentes, si damos a los parlamentos el poder de derrocar a los
ministros (…) para dar lugar a un gran empuje espontaneo y juvenil”[14].
Sostiene que se deben estudiar y adoptar sistemas electorales que garanticen la
equidad entre los partidos. Señala además que se debe establecer la separación
de la religión con la política y la educación, así como que las diferentes
interpretaciones religiosas enriquecen la experiencia espiritual del pueblo, y
sostiene esto aun cuando expresa reiteradas veces su condición de católico e
incluso considera al cristianismo como una de las características importantes
de la comunidad latina que refieren a su integración en lo cultural.
Propone entonces, en pocas palabras, que se debe reformar
la Constitución y leyes inferiores, que se deben limitar las atribuciones de
los presidentes y otorgar a los parlamentos la capacidad de remover ministros,
que se deben buscar sistemas que equilibren el poder entre los partidos y que
se separe definitivamente el Estado de la Iglesia.
En cuanto a la Justicia, señala que debe ser gratuita,
rápida, incorruptible y serena, que se debe dar capacitación a todo el pueblo
en cuanto al ejercicio de los procedimientos de la misma, y que debe actualizar
sus ideales. Resumidamente “Lo único que cabe afirmar es que conviene quitar a
la Justicia las nebulosidades en que se ha envuelto hasta ahora, para hacer de
ella un recinto abierto a todos”[15].
En cuanto a la justicia social, afirma que hay que
reglamentar la organización del trabajo, y dice lo siguiente: “una concepción
ensanchada de la justicia empieza a exigir que, después de haber democratizado
el poder político, hagamos lo posible para democratizar el poder económico”[16].
Señala que es necesaria la intervención estatal en la asistencia a los débiles,
ancianos, y enfermos, con socorros, pensiones, tutelas, o seguros, que remedien
o supriman la miseria, la vejez, la enfermedad, la orfandad, e incluso el
desempleo.
En cuanto al trabajo,
al finalizar el tema, describe que la intervención del Estado trae como
corolario obligado la participación en las ganancias, donde un porcentaje de
ellas “sea repartido proporcionalmente”. Sostiene además que el salario o “la
retribución al obrero no debe ser calculada según las necesidades de este, sino
según la riqueza y los rendimientos de la producción”, que el salario mínimo
deberá incluir las necesidades de limpieza, distracción, lectura “y todo lo que
ensancha la personalidad”[17].
Que deben establecerse las jornadas laborales de ocho horas, un descanso
semanal, y supervisarse las condiciones
en las cuales se realizan.
Sostiene además la necesidad de aplicar un impuesto
progresivo a la renta, de legalizar los derechos del estado en las sucesiones,
y de desarrollar formas mixtas que combinen el proteccionismo y el librecambio.
Se refiere también a que se deben crear grandes empresas latinoamericanas que
sirvan para desarrollar la capacidad de financiamiento de la acción de los
estados y de la realización de la justicia social de una manera soberana.
En relación a los pueblos originarios, propone terminar
definitivamente con la explotación de los patrones terratenientes y llevar a
cabo un fraccionamiento de las tierras para distribuirlas entre cada grupo o
comunidad, donde puedan desarrollarse como pequeños o medianos productores
agropecuarios y se restituya el legítimo derecho a las tierras.
Por último, aborda la necesidad de desarrollar cultura
propia, definida por él como “arte”, y
nos relata: “Con cada nueva forma de civilización aparece fatalmente una
modalidad desconocida que da ropaje propio al ideal y es algo así como la
síntesis de las inclinaciones, las tristezas, las añoranzas y los anhelos de un
grupo”[18].
El “arte” para Ugarte es una cuestión fundamental que debe revelar la
certidumbre de los rasgos propios y las finalidades, debe tener una expresión
original y propia. Se refiere a la necesidad de que las personas que integran
nuestra comunidad olviden o se desprendan de aquellas formas extrañas de la
cultura a las que se han asimilado, y observen como cultura aquello referido a
lo latinoamericano. Nos dice: “Cuando la literatura, la pintura, la escultura y
la música nazcan de nuestras concepciones nacionales y engloben el alma de
nuestro conjunto (…) la masa acogerá con arrobamiento la síntesis moral que
habrá nacido al fin de ella”[19].
De manera resumida podríamos decir que Ugarte propone encarar una construcción
cultural propia que refleje nuestra identidad como latinoamericanos de nuestro
espacio tiempo situado en el aquí y ahora.
Hasta aquí se ha tratado en detalle cada una de las
acciones propuestas en el desarrollo de este libro, orientadas a la integración
latinoamericana y al bienestar de la comunidad de personas que la integran.
En la conclusión del libro, además de cuestiones de las
cuales seria repetitivo abordar, afirma que la independencia real es de
carácter económico y solo puede lograrse en un bloque latinoamericano. Por otro
lado reconoce a la juventud como el actor revolucionario, considerándola como
el principal receptor de su mensaje. Visualiza “Una gran liga de la juventud
hispanoamericana que haga un llamamiento a las universidades, al ejército, a
las industrias, a los partidos avanzados, al arte, al periodismo, a todo lo que
vive (…) que pese sobre los gobiernos, intervenga en los conflictos, corrija
errores, difunda cultura”[20].
Las acciones que propone en “La
reconstrucción de Hispanoamérica” (1961)
Este libro es póstumo, editado al cumplirse los diez años
de su fallecimiento, contiene un “advertencia” o presentación escrita por quien
fue su compañera en su tiempo de vida en Francia, Therese Desmard, un prólogo y
cinco capítulos, y una yapa dedicada a la actitud de Ugarte para con Perón y su
vuelta al país para ser embajador. Este libro de 118 páginas, es recopilado por
Jorge Abelardo Ramos y publicado en su editorial Coyoacán. De aquí tomamos
referencias que se encuentran en los últimos tres capítulos.
En principio vuelve a referirse al perfeccionamiento en
la comunicación, quizás más específicamente aquí en cuanto a la información o
la comprensión sobre nosotros mismos que debe ser comunicada. Expresa la
necesidad de revisar los errores de las concepciones sobre Latinoamérica y la
necesidad de familiarizarnos con las virtudes y los defectos propios, así como
la de adentrarnos en la comprensión de los engranajes del imperialismo y
prevenirlo. Luego aborda una propuesta: afirmar nuestra personalidad autónoma
en el mestizaje y la diversidad, originada en la mezcla de razas y culturas.
Luego se refiere, en similitud al libro analizado
anteriormente, a la educación, y se refiere también a la necesidad de organizar
el trabajo, pero no elabora ninguna proposición que difiera de lo antes
mencionado.
Propone la nacionalización de los recursos naturales,
realizada en Argentina a través de la Constitución de 1949, llevada a la
práctica cuando realiza estos escritos, y abandonada luego tras el golpe de
1955 y de la restauración, al año siguiente, de la antigua Constitución
(redactada cien años antes). En relación a esto dice: “la evolución
iberoamericana se ha de basar en la posesión efectiva de los recursos
nacionales. Hay que preparar el terreno en vista de vivir con lo propio y por
el propio esfuerzo. Hay que sacar ventajas efectivas de la situación que nos
permite abastecer a las naciones que en otros continentes no alcanzan a cubrir
sus consumos”[21].
Luego propone la fabricación de industria pesada, como
manera de consolidar efectivamente la soberanía y la capacidad de defensa de
las fuerzas militares.
Se refiere también, en similitud a la asamblea
latinoamericana mencionada anteriormente, la elaboración de un plan concebido
por el conjunto de las repúblicas latinoamericanas, donde un simple acuerdo
sobre tres o cuatro puntos esenciales bastaría para afianzar la emancipación
básica. Propone como punto de partida de esta planificación del conjunto de las
repúblicas, un recuento de las riquezas enajenadas, la reorganización de las
exportaciones, el transporte y los seguros, y la revisión de las deudas
públicas. Expresa este recuento de las riquezas que nos han expropiado como la
producción de inventario que describa todo cuanto se ha transferido a compañías
extranjeras y un análisis de sus posibilidades de rescate. En relación a la deuda expresa: “Todo debe
concurrir a cerrar los innumerables agujeros por los cuales se escapa la
prosperidad. Hay que detener el desangramiento para que el territorio, la
riqueza y el trabajo nacional vuelvan a su verdadero destino, que es el
bienestar y la felicidad de los habitantes de la región. Hasta ahora no hemos
hecho más que favorecer la abundancia y el engrandecimiento de otros”[22].
Al final del libro aborda ampliamente la necesidad de
consolidar una nueva política a través de la preparación de nuevos cuadros y
actores políticos que vayan a reemplazar en adelante a los veteranos, siendo
necesario inculcar en éstos una nueva ideología o una renovación de la concepción
sobre la política. Se refiere a la necesidad de abandonar la percepción
representativa e institucionalista de la democracia, superar aquella “tendencia
superficial (que) nos hizo suponer que la democracia reside en candidatos
designados por la burocracia de cada partido”[23],
y superar aquella concepción en la que la máxima expresión de la democracia y
la política se encuentra en las instituciones y más específicamente en los
parlamentos, las cuales son auxiliares y representativas. Ugarte refiere que
“La esencia de la democracia radica en el compromiso de que, a igualdad de
capacidades, todos los ciudadanos tendrán acceso a todas las situaciones, y de
que siendo la finalidad perseguida el bien general, se ha de encarar la vida
colectivamente para impedir que la nación pueda ser utilizada para provecho o
capricho de un jefe o de un grupo”[24].
En resumen, lo que plantea aquí Ugarte es preparar la
renovación de los cuadros políticos infundiendo una renovada concepción sobre
la democracia que supere la representación partidaria y el enfoque
institucionalista. Más adelante, lleva a cabo una descripción de distintos
puntos sobre los cuales debe basarse la “nueva política”.
En primer lugar, se refiere a la necesidad de eliminar
las influencias extranjeras, conformando un plan de acción para abandonar la
dependencia ante ellas, ya descripto como la necesidad de organizar una defensa
en bloque del conjunto latino para prevenir la intervención de los
imperialismos en lo que refiere a nuestros asuntos.
En segundo lugar, se refiere a la necesidad de eliminar
la figura del demagogo, y abandonar la concepción personalista y representativa
de la política adoptando una nueva concepción en base a la colectividad.
En tercer lugar propone la erradicación de los privilegios
de las clases dominantes, ya que la democratización exige dirigirse hacia la
igualdad en los niveles económicos y la extinción de aquellos intereses de
minorías que confrontan con los intereses de la comunidad entera.
En cuarto lugar propone elaborar una integración
coherente otorgando a cada región una función específica y adecuada a sus
características. Se refiere a esto como manera de evitar la reiteración del
centralismo y la competencia entre las ciudades de la región por producir lo
mismo. Dice expresamente: “Cada región debe tener una función. Cada función su
organismo. La industria junto a las minas, el combustible y las fuerzas
hidráulicas. En las praderas el nudo agrícola. Para el gobierno las ciudades
serenas. Cuanto más numerosos sean los focos de irradiación, más fácil será
vivificar el territorio entero (…) deben desarrollarse las poblaciones con
características especiales (…) para que cada zona exprima sus posibilidades de
vida, facilitando la evolución completa del organismo”[25].
En quinto lugar se refiere a la renovación de los
parlamentos, aunque no expresa específicamente cómo o en qué cuestiones, solo
expresa la necesidad de un perfeccionamiento para adaptarlos a los nuevos
tiempos y a formas más democráticas.
En sexto lugar se refiere a la necesidad de que la patria o la colectividad sigan siendo
una fuente de ventajas para el individuo, y que éste reafirme los intereses
colectivos por encima de los personales, para lo cual es necesario restablecer
la austeridad y el sentido de la responsabilidad colectiva.
Por último, se refiere a la necesidad de observar y
estudiar el ejemplo dado por la Unión Soviética, que ha perfeccionado la
democracia, expresando la necesidad de “buscar inspiraciones en la formidable
construcción soviética que ha anunciado una nueva era para toda la humanidad”[26].
Recapitulando, en esta descripción de principios que debe
contener la “nueva política”, tenemos como agregado a las propuestas ya
mencionadas anteriormente, la erradicación de los privilegios de las clases
dominantes, la distribución de funciones específicas para cada región, y la
inspiración en el ejemplo soviético. Concluye el libro remarcando la necesidad
de construir la actividad política sobre bases profundas y durables, la
necesidad de que el patriotismo se eleve a una concepción superior y adquiera
una perspectiva continental, y a que se elaboren planes que contengan y
expresen la amplia realidad y extensión de los territorios.
Campos de
demandas
En principio voy a referirme a la explicación del concepto
de sistema político como tercer y más completo objeto de estudio del análisis
político, siguiendo la descripción de Pasquino. Este concepto es elaborado por
David Easton, y consiste en el análisis de un sistema donde interactúan
demandas y apoyos provenientes de la comunidad por un lado, y respuestas y
decisiones de las autoridades por el otro, que se convierten en nuevas demandas
o apoyos por parte de la comunidad, presentándose como un circuito de
interacción constante. La comunidad (que son todos los habitantes), las
autoridades (que son los representantes) y el régimen (como el conjunto de
leyes), son los tres elementos que componen lo que define como “sistema
político”[27].
La utilización de este análisis enfocado en la
observación del sistema político y sus interacciones, nos permite observar los
planteamientos de Ugarte como demandas al propio sistema, en busca de la
respuesta de las autoridades que conduzcan a la realización de la integración
latinoamericana. Con el objetivo de poner a disposición las ideas del autor
para las necesidades de la actualidad, intentaré abordar el conjunto de
demandas relacionadas a la causa latinoamericana a manera de señalar los
principios que la componen.
Lo que he hecho hasta aquí es observar cada una de las
cuestiones que Ugarte aborda sobre el proyecto latinoamericanista, tomando cada
una de las acciones que deben llevarse a cabo. Lo primero que haré ahora es
ordenarlas en campos bien definidos por su coincidencia. Esto es un análisis
inductivo, que consiste en la observación de cada una de sus partes para luego
hacer una síntesis de su totalidad. Luego llevaré a cabo el movimiento inverso,
donde podamos ahora observar la situación de la integración latinoamericana en
sí, como totalidad que ya podemos ver con la integración de cada una de sus
partes.
Revisando la agrupación de las acciones o propuestas que
se ha hecho en el primer libro, voy a establecer, como manera de ordenar la
información, campos o grupos bien definidos que contengan a cada una de ellas,
de una manera que pueda ser observado como un todo. En principio cuando escribe
en referencia a la necesidad de una defensa conjunta contra el imperialismo,
propone acciones destinadas a la comunicación y a la política exterior con
respecto a la asamblea latinoamericana. Luego encontramos claramente la
educación como tercer campo especifico. Aquellas acciones que antes agrupé como
reformas electorales, reformas políticas y reformas en la justicia, pueden ser
agrupadas en un solo campo como reformas del régimen. Por último, aquellas
acciones destinadas al trabajo, la justicia social, la economía, y la
distribución de las tierras entre los pueblos originarios, pueden ser
integradas en un único campo que podemos llamar política interior. Adhiriendo
lo abordado en su libro póstumo, veamos por campos cuáles son las demandas
específicas que forman en conjunto la integración latinoamericana como demanda
general.
Hasta aquí definimos, desde este camino inductivo, cinco
campos en los que agrupamos la información: comunicación, educación, política
exterior, política interior, y reformas del régimen.
En el campo de la comunicación podemos decir que por un
lado demanda que se establezcan medios de comunicación especialmente para
brindar información sobre lo que sucede en todo el territorio latinoamericano,
y que se deben intercambiar los medios de cada país e incluso regionales. Por
otro lado, demanda que se consolide una red ferroviaria continental y que se
unifiquen las leyes migratorias, como medios de favorecer el traslado de
personas. Por último, demanda en lo cultural, la construcción de una cultura
propia, la identificación con el mestizaje y la diversidad como característica
positiva, la promoción de las actividades culturales en colaboración con esta
construcción, y la de viajes estudiantiles de intercambio. En este aspecto,
cumple un rol fundamental la actividad de los artistas.
Abordando la educación, podemos ver que sus demandas son:
que debe ser gratuita y publica en su totalidad, que haya una planificación
conjunta entre las repúblicas, que sea armónica entre ellas, que debe brindar
la idea de conjunto latinoamericano; y que debe transmitir la idea de ser útil
al conjunto al que se pertenece. Aquí las demandas son más claras: educación
pública y gratuita, con planificación intercontinental, armónica entre las
naciones, y que incluya la identificación latinoamericana y el concepto de
utilidad social.
En el campo de la política exterior la demanda principal
es la conformación de una Asamblea Latinoamericana, un poder legislativo
continental con representación equilibrada de cada uno de los países y que
proporcione una planificación colectiva. Debe afirmar el anticolonialismo y
antiimperialismo, debe tener sede en cada una de las capitales, crear un
tribunal de arbitraje para los conflictos locales, y promover la solidaridad y
el equilibrio entre ellas. Sostiene además que debe hacer un recuento de las
riquezas enajenadas, reorganizar las exportaciones, el transporte, y los
seguros, y llevar a cabo la revisión de las deudas públicas. Entre las
funciones de esta Asamblea, se incluye evitar la intervención extranjera en la
dominación de los recursos económicos y de la actividad política. También
sostiene la necesidad de otorgar a cada región una función específica en
relación a sus características y cualidades. Por último, demanda que se
establezca un acuerdo entre los partidos dentro de cada república para evitar
favorecer a los imperialismos.
En el de la política interior, con respecto a los
derechos sociales sus demandas son: jornada de ocho horas; descanso semanal;
participación de las ganancias; calcular el salario mínimo en base a la
producción, asegurar la asistencia estatal a los más débiles, y distribuir
entre los pueblos originarios aquellas tierras que habitan y están en posesión
de terratenientes. Con respecto a la política económica, demanda: impuesto
progresivo a las ganancias; creación de empresas estatales; industrialización;
fabricación de industria pesada; y nacionalización de los recursos naturales.
Al referirse a crear una nueva política, demanda educación política para las
masas, modificando la noción de democracia enfocada en la representación, y
perfeccionándola hacia una participación directa de toda la comunidad,
inspirándose en el ejemplo soviético.
Por último, las reformas del régimen que demanda,
consisten en reformar la Constitución y sus leyes inferiores, limitar las
capacidades de los presidentes, permitir al legislativo la destitución de
ministros, la adopción de herramientas que equilibren la relación de fuerzas
entre los partidos, la democratización del acceso a la justicia, y la
aprobación de una ley que castigue duramente el fraude electoral.
A través de esto, obtenemos cinco grandes campos de
actividad que contienen cada una de las demandas inferidas por Ugarte, con los
límites reconocidos al principio. En consecuencia, es posible esbozar una
conclusión que sintetice en la integración latinoamericana como demanda general
incluyendo cada una de sus partes.
Conclusión
La necesidad de una integración latinoamericana se
justifica en la pertenencia cultural a un conjunto, a una comunidad, y en la
incapacidad de cada una de las repúblicas de ser soberanas sin independizarse
económicamente de las potencias extranjeras. El desarrollo de los procesos
políticos refiere que los momentos de crisis o conflicto que se produce en los
países que conforman el “centro” del sistema capitalista, se presentan como una
oportunidad para independizarse económicamente, y que para esto se necesita una
planificación continental.
Por lo que podemos sintetizar que la integración
latinoamericana es una necesidad para la realización de la independencia
económica, siendo ésta necesaria para ejercer la soberanía en el
territorio, siendo que sin estas dos no puede encararse definitivamente la
resolución de las injusticias sociales. Por lo que para que haya justicia
social definitivamente es necesario que haya integración latinoamericana.
La realización de una nueva política demanda que la
población entera sea educada con respecto a la actividad política y “gobierne a
los gobiernos”, y la juventud se presenta como el actor principal para producir
una renovación de la concepción sobre la política. Por ende, para que la
comunidad construya la integración latinoamericana y lo vea representado en las
acciones de los gobiernos, es necesario que se identifique con ella, esté
convencida de pertenecer a un conjunto integrado de repúblicas llamado Latinoamérica,
y desde allí demande a las autoridades que tomen decisiones en esa dirección.
Para que los latinoamericanos podamos consolidar nuestra
integración, según lo observado en Ugarte, lo que la tarea nos demanda, y lo
que debemos demandar a nuestros representantes, puede resumirse en los
siguientes principios. Estar informados sobre lo que sucede en todo el
territorio. Facilitar su tránsito a través de los trenes. Promover una cultura
propia y de perspectiva latinoamericana. Programar una educación en este sentido
de manera armónica entre sus regiones, que sea pública y gratuita. Consolidar
una Asamblea Latinoamericana que planifique la política exterior y acciones en
conjunto de las repúblicas. Revisar la
deuda pública y las riquezas enajenadas. Reorganizar las exportaciones, el
transporte y los seguros. Hacer defensa común ante los imperialismos. Otorgar
funciones específicas a cada región. Establecer un acuerdo entre los partidos
para evitar favorecerlos. Garantizar los derechos sociales y la participación
en las ganancias. Impuesto progresivo a las ganancias. Nacionalización de los
recursos naturales. Creación de empresas estatales e interestatales. Distribuir
a los pueblos originarios las tierras que habitan y se encuentran en posesión
de terratenientes. Perfeccionar la democracia hacia la participación directa de
todos sus habitantes. Reformar la Constitución y las leyes inferiores.
Equilibrar el poder entre el ejecutivo y el legislativo, así como entre los
partidos. Democratizar el acceso a la justicia y penalizar el fraude electoral.
A través de lo analizado en Ugarte, podemos sostener como
hipótesis general, que la comunicación, la educación, la política exterior y la
interior, y las reformas, deben conducirnos hacia la integración
latinoamericana para que esta sea realizada efectivamente. Desde el aporte del
análisis sistémico, podemos sostener que la integración latinoamericana es una
demanda de la comunidad al propio sistema, que busca decisiones de sus
autoridades para atenderla. La interpretación de Ugarte, nos refiere a que la
comunidad debe ser educada sobre las cuestiones políticas, y conducir a los
gobiernos a través de sus demandas. Por lo que pretendo aquí en este trabajo,
contribuir a informar sobre las partes que componen a la integración latinoamericana,
y que a través del conocimiento amplio sobre la misma se ensanchen sus
capacidades para exigir y realizar esta demanda.
Fuentes:
[1] Congresos de Ámsterdam en 1904 y Stuttgart en 1907, con la
particularidad de que para el segundo de estos se había desvinculado del
partido tras ser expulsado por su prédica latinoamericanista y específicamente
su oposición a la independización de Panamá, siendo igualmente invitado como
único representante argentino.
[2] Embajador extraordinario y plenipotenciario en México desde Septiembre
de 1946 a agosto de 1948, desde esta fecha en Nicaragua, y a comienzos de 1949
en Cuba, renunciando a fines del mismo año al ser reemplazado el socialista
Atilio Bramuglia por Hipólito Paz como Ministro de Relaciones Exteriores.
[3] Manuel Ugarte: El porvenir de
América Latina, en Manuel Ugarte:
Pasión Latinoamericana. Obras escogidas, Buenos Aires, Ediciones de la
UNLa, 2015.
[4] Manuel Ugarte: La reconstrucción
de Hispanoamérica, Buenos Aires, Editorial Coyoacán, 1961.
[5] Manuel Ugarte: La Patria Grande,
en Manuel Ugarte: Pasión Latinoamericana.
Obras escogidas, Buenos Aires, Ediciones de la UNLa, 2015.
[6] Manuel Ugarte: El destino de un
continente, Buenos Aires, Ediciones de la Patria Grande, 1962.
[7] Manuel Ugarte: El porvenir de
América Latina, en Manuel Ugarte:
Pasión Latinoamericana. Obras escogidas, Buenos Aires, Ediciones de la
UNLa, 2015.
[8] Ibídem, p. 118.
[9] Ibídem, p. 154.
[10] Ibídem, p. 152.
[11] Sancionada por el legislativo el 10 de Febrero de 1912, como Ley 8.871
o Sáenz Peña debido a que este (Roque) era el Presidente al promulgarla,
estableciendo el voto secreto y obligatorio para todos los hombres mayores de
18, con lista incompleta.
[12] Ibídem, p. 155.
[13] Ibídem, p. 149.
[14] Ibídem, p. 157.
[15] Ibídem, p. 161.
[16] Ibídem, p. 168.
[17] Ibídem, p. 170.
[18] Ibídem, p. 178.
[19] Ibídem, p. 180.
[20] Ibídem, p. 188.
[21] Manuel Ugarte: La reconstrucción
de Hispanoamérica, Buenos Aires, Editorial Coyoacán, 1961., p. 88.
[22] Ibídem, p. 92.
[23] Ibídem, p. 109.
[24] Ibídem, p. 109.
[25] Ibídem, p. 112.
[26] Ibídem, p. 113.
[27] Gianfranco Pasquino: Nuevo curso
de Ciencia Política, México D.F., edición del Fondo de Cultura Económica,
2011.
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